¿Qué fuese de los poetas si no existieran esas musas traviesas e inspiradoras? ¿Qué fuera del pintor, del profesional del cine, del teatro? ¿Cómo podría el escritor de literatura sin la magia que polvorean sobre ellos? ¿Cómo lo haría el compositor de canciones?
Las musas, las musas son las que traducen cada uno de nuestros sentimientos para deletrearlos. Atrapan todos los poemas que andan volando por los cielos, todas las canciones que nos rodean y no escuchamos, las pinturas que yacen sobre un lienzo en blanco, guiando luego los pinceles hacia los exactos trazos.
Las musas del vino, contagiadas por lo mágico y divino que desborda esta mística bebida y todo lo que la rodea, se jactan y disfrutan de inspirar a los apasionados del vino como yo.
Cantares del vino se escuchan, canciones de pasión y vino acompañan las tardes, películas de amor y viñedos y mucho más; así que, rendido ante la irresistible motivación que ellas provocan, no puedo más que ceder ante sus encantos y aceptar en esos rostros que me invento, sonrisas de satisfacción triunfante, pues por demás, alardean de haberme inspirado a dedicarle estos versos.
Las musas del vino
Autor: Elier Fonseca Hernández
Unas de velos blancos Otras de tintos velos Son las musas del vino Que van despertando ensueños Musas de cabellos largos Y picarezca sonrisa Hacen feliz al enólogo Y al lienzo del pintor hechizan Inspiran los corazones Usando de cómplice el vino Para que broten canciones Y música en torbellino Las musas del vino vuelan Y van batiendo sus velos Liberando mil poemas Al posar sobre el viñedo Y no ha escapado el cineasta De su magia y de su encanto Tejiendo historias de amor Para recordar por años Todo apasionado sueña Y transforma sus quimeras Con el sólo toque de un dedo De aquellas musas traviesas Y enamoradas del vino No nos dejan otra opción Que permitir sus antojos Liberando el corazón
El vino y solamente el vino, es el creador de esas musas que tanta belleza hacen brotar, que tantos corazones hacer vibrar!.